¿Cómo era antes San Juan? Se jugaba con agua y se quemaba todo lo viejo

¿Cómo era antes San Juan? Se jugaba con agua y se quemaba todo lo viejo

LA FIESTA TAMBIÉN FUE PAGANA Y NO FALTÓ QUIENES INVOCABAN AL DIABLO LA NOCHE MÁS FRÍA.

El agua y el fuego significaban purificación y renovación en esta fiesta. La contaminación del medioambiente obligó a que esas prácticas se fueran perdiendo de forma gradual. Hoy, la quema es sancionada.

Incendios causados en la noche de San Juan del año 2021. Foto:

Antes, la fiesta de San Juan era un momento para jugar con agua como un signo de purificación, quemar lo viejo para atraer lo nuevo y leer la suerte para adivinar cómo será el futuro. Una fiesta que se confundió entre lo andino, cristiano y hasta lo pagano, porque no faltaron quienes aprovechaban “la noche más fría del año” para llamar al diablo, según investigadores.

“Esta festividad tiene dos líneas. La que se impuso en la Colonia con los españoles y la segunda, que era una tradición muy propia del país. Lo que sucedió es una mezcla”, dijo a Página Siete el investigador e historiador paceño Carlos Gerl.

Al mezclarse ambas corrientes, explicó el historiador, se realizaban fogatas en varios sectores de la ciudad conmemorando a San Juan Bautista. “En la línea andina, se hacían fogatas vinculadas al invierno. Se creía que con las llamas se daba fuerza al sol porque, supuestamente, vivíamos la noche más fría y más larga del año”, añadió.

Sobrevivieron registros de que en la Colonia y la República algunas personas se bañaban la noche del 23 de junio. En algunos casos, en clases medias, jugaban con agua, pero con un sentido de purificación.

A inicios de 1900 había la costumbre de quemar todo lo viejo para que el año venidero los creyentes tengan mejores cosas, de mayor valor y nuevas. “Se quemaban muebles, ropa y con eso se tenía la creencia de que nos iría mejor. También había costumbres muy de barrio. Por ejemplo, se ponían papas crudas en las cenizas de las fogatas y, una vez cocidas, se las compartían con los vecinos”, afirmó.

Se colocaban -además- naranjas en las brasas para prevenir resfriados. Se compartían bebidas calientes y en muchos casos con alcohol, como el té con té, sucumbés y otros.

Los vecinos se organizaban por cuadras y armaban grandes fogatas para compartir entre todos. “Había la costumbre de saltar la fogata tres veces. Se creía que al cumplir esta práctica se renovaban, se purificaban y desprendían de esta mala suerte”, añadió el investigador.

A partir de 1950 comienza a practicarse la lectura de las suertes, en especial en el barrio de San Pedro. La forma más popular es verter plomo en agua fría. Las formas de la escultura permiten adivinar la suerte del creyente en el año. Otras formas, menos comunes, son el huevo en la cerveza o el café.

“En esta fiesta tenemos reunidas creencias andinas, católicas, esotéricas, comerciales y hasta paganas”, dijo Gerl y agregó que -por ejemplo- antes de que sea “oficialmente cristiana” se realizaban varios rituales.

La noche del 23 de junio se convocaba al diablo, se hacían pactos con él o con malos espíritus, según el investigador. “En nuestra ciudad se decía que cuando estabas al pie de una higuera -que vive en zonas cálidas como Río Abajo- y encontrabas la flor de esa planta, la arrancabas y traías suerte un año de mucha felicidad y prosperidad”.

El historiador Carlos Mamani recordó que antes de la UDP la gente quemaba leña. “Con ese gobierno la gente se empobreció y ya no tenía el dinero para comprar leña. Por ello, la gente metió a las fogatas cualquier cosa que pudiera arder. Las llantas proporcionaban más llamas y al día siguiente teníamos un cielo completamente negro”, dijo.

Esta situación ocurrió por varios años hasta que las autoridades decidieron erradicar esta costumbre. “Antes de las prohibiciones, la noche de San Juan era fabulosa porque se realizaban fogatas públicas y privadas. En el primer caso, las instituciones auspiciaban las mismas. Por ejemplo, había grandes fiestas organizadas por algún ministerio o principalmente por la Alcaldía en San Francisco”, afirmó.

“Si bien no habían bandas o grupos musicales como los que colocarían hoy en día, se armaban grandes fogatas para combatir el frío y al calor del trago se festejaba la fiesta de San Juan con la creencia de que se despachaba el año viejo. Los agasajos se prolongaban hasta el día siguiente”, añadió.

Los indígenas, agregó Mamani, celebraban la fiesta de San Juan como el inicio del año y antes de que salga el sol debían mojarse la cabeza, las manos y el rostro. Lo propio sucedía con el ganado. “Se jugaba con agua antes de que salga el sol para evitar ser quemados con sus rayos. Por la noche se debía quemar lo viejo en procura de lo nuevo”.

NOTICIA PÁGINA SIETE

Sin comentarios

Publicar un comentario