En 1810, día 29 de enero, sufrieron la pena de muerte los
principales cabecillas de la Revolución Julia: Pedro Domingo
Murillo, Juan Antonio Figueroa, Juan Basilio Catacora,
Buenaventura Bueno, Melchor Jiménez, Mariano Graneros,
Apolinar Jaén, Gregorio García Lanza, Juan Bautista Sagárnaga,
frente al templo del Loreto (hoy Palacio Legislativo). Después del
siniestro, sus restos mortales piadosamente fueron recogidos
por diferentes clérigos. En ese mismo lugar, la municipalidad
levantó un estribo de señalización histórico, contando con
documentación fidedigna, para que no se olvidara el noble
sacrificio de nuestros patriotas en pos de la libertad.