Desde 1803, Pedro Domingo Murillo vivió en la casa de José
Ramón de Loayza (actual Museo Casa de Murillo), donde pasó
los últimos años de su vida hasta 1809. En 1908, esta casa
fue erróneamente identificada “por tradición oral” como la
casa de Murillo. En 1944, mediante Ordenanza Municipal, se
expropió de personas particulares el inmueble y el 15 de julio
de 1950 fue entregado al público como museo. Sin embargo,
testimonios históricos validan que Murillo vivió detrás de la
iglesia Santo Domingo, propiedad que heredó de su padre y
que le fue arrebatada por Catalina Murillo y Salazar, la hermana
de su padre, que buscó la nulidad del testamento.